Este es uno de los post que más me emociona desde que tengo este blog. Te he escrito uno cada año, exactamente el día de tu cumpleaños. Este me alegra inmensamente porque ya reconoces las letras, escribes tu nombre completo y si te dicto letra por letra, formas alguna palabra que luego te explico qué es. Me emociona porque sé que falta poco para que aprendas a leer, muy poquito. Entonces seguirás descubriendo cosas, incluyendo este blog. Entenderás muy poco al principio, pero luego de unos años sabrás mejor de qué va lo que he escrito aquí.
Ha sido un año de cambios. Suerte para nosotros que para ti todo ha sido sencillo, muy fácil. Los que estamos a tu alrededor también hemos colaborado para que sea así. Lo primero que te llamó la atención fue el idioma, querías aprenderlo ya. De hecho, en tu primer día de clases del VPK, al pasar algunos minutos de estar en el salón, le preguntaste a tu maestra que cuando ibas a aprender inglés, que tú estabas allí para eso. Pensabas que era cosa de un día hablar un nuevo idioma. Ya luego entendiste y desde ese momento llegas a la casa hablando de la nueva palabra que aprendiste. Y ni hablar de cuando juegas conmigo a la maestra y el alumno y te pones a hablar, supuestamente, en inglés. Disparas y disparas frases que inventas al momento.
Siento que he entrado en esa etapa donde comienzo a recordarte más pequeña. Cuando te pones payasa o escucho algunas de tus ocurrencias, quisiera detener el tiempo y quedarnos a vivir ese momento por siempre. Pero aún si tuviera el poder para eso, creo que no lo haría porque sería muy egoísta detener los días y verte crecer, sobre todo porque tú eres una curiosa de la vida (y de las conversaciones de los adultos también). Detallas todo con mirada curiosa y siempre me pregunto cómo procesa tu mente todas esas cosas. Tú ves, detallas, luego desvías la mirada y algo piensas. Y yo loco por saber qué piensas, tanto o más que cuando te dejo en el colegio y me provoca verte por la ventanita de la puerta del salón, escondido, para saber qué haces, cómo juegas, qué te gusta hacer más.
Debo confesarte que me agrando y me siento orgulloso cuando te escucho decir palabras como: «obviamente», «realmente», «de hecho», «pues». Las insertas de manera perfecta en tu diario hablar. Y es que no paras de hablar. No sé por qué te da por hablar más por las noches. Te cuesta estar callada cinco segundos.
Definitivamente enterraste a Peppa Pig, Junior Express y Playground. Ahora se abrieron paso Emilia, Luna, Los Pastelitos y cualquier Youtuber que muestre juguetes. También olvidaste que yo era tu «perrito», como me decías antes; hoy soy papá o papi. Te inventé cuentos con personajes reales (tus amiguitas del cole); en todos tú participabas quitando o agregándole algo. Ha sido un buen ejercicio.
Yo te digo te amo y tú me dices te quiero. Entonces te repito que te amo a ver si lo dices y tú nada, siempre te quiero. Pero ya eso ha sido bastante este año. Nuestra relación dio pasos gigantes en estos meses. Vas creciendo y toca arrinconarse, de vez en cuando, en esos recuerdos que has ido regando en un lustro. Hemos crecido juntos: yo he aprendido de ti y tú has aprendido de mi. Y así vamos en este largo camino.
Cinco años siendo mi presente perfecto. Y siempre será así. Siempre.