Se llama Marieke y tiene dos deseos: ganar una medalla y morir

Parece mentira, pero hay personas que quieren morir. Que desean dar su último aliento pronto, muy pronto. Y se respeta. Es el caso de la belga Marieke Vervoort. Ella tiene todo listo para morir: será el día de su cumpleaños, el 10 de mayo de 2017. Nueve días después de que yo cumpla 37 años, ella morirá con 38 apenas cumplidos, en su país, donde la eutanasia es legal. 

En el año 2000 le diagnosticaron una enfermedad degenerativa incurable y en ese momento sus piernas no se movieron más. Pero desde 2008 todo ha ido empeorando; tanto así que dice que los dolores no la dejan dormir ¡más de diez minutos durante la noche! Lleva 16 años con la enfermedad, pero desde hace ocho la venció totalmente. Algunos pueden pensar que es poco tiempo, que debería dar la pelea por unos años más, que tenga fe, que crea en los milagros, pero ¿quién soy yo para cuestionar su lucha? ¿Quién eres tú para juzgarla por su deseo de morir?

Pero antes de morir, ella se quiere montar en el podio de los Juegos Paralímpicos Rio 2016, que arrancan este 7 de septiembre. Ya fue campeona en Londres 2012 y quiere repetir. Desea despedirse del deporte mundial con una presea. En una entrevista con el diario francés Le Parisien, dijo: «Cuando me siento en mi silla de carreras, todo desaparece. Me olvido de todos mis problemas de salud. El miedo, el dolor, el sufrimiento. Todo se esfuma. El deporte es mi única razón para vivir». En realidad, esa única razón fue doblegada por la enfermedad que padece.

Marieke ya solicitó a su país recibir la eutanasia. Y ha sido clara: «Es inútil quejarse. Quiero que todos tengan una copa de champán en la mano y un pensamiento feliz para mi». Ese día no brindaremos por la vida, pero tampoco por la muerte. Sencillamente, brindaremos por ella. 

(Cuando leí esta historia recordé otra muy parecida que escribí para Inspirulina. La de unos gemelos belgas que, a causa de una enfermedad, no iban a poder verse nunca más y eso no lo soportarían. Te invito a que la leas aquí.)

 

 

Anuncio publicitario

15 señales que demuestran que te perdiste los JJ.OO Rio 2016

Si no vieron o no se enteraron de lo siguiente, se perdieron Rio 2016:

  1. La espeluznante fractura del gimnasta francés Samir Ait Said.
  2. La mala cara de Simone Biles al recibir una medalla de bronce. Una ganadora de pies a cabeza.
  3. El ridículo de Lochte y sus amigos luego de una noche loca en Rio. El Comité Olímpico de EEUU tuvo que pedir disculpas.
  4. La cara de Michael Phelps cuando el sudafricano Chad Le Clos se puso a calentar al estilo «Rocky» frente a él.
  5. La conversa entre Bolt y De Grasse llegando a la meta, en las semifinales de los 200 metros planos.
  6. El gesto más noble de Rio 2016: cuando la neozelandesa Nikki Hamblin provocó la caída de la estadounidense Abbey D´Agostino y Nikki se esperó y la levantó. Luego, Abbey le devolvió el gesto cuando Hamblin sufrió un calambre. El espíritu olímpico en pleno en esa prueba de los 5000 metros.
  7. Los atletas que lloraron por los fuertes abucheos del público brasileño. Uno de esos fue el francés Lavillenie, quien comparó a la afición carioca con la Alemania nazi. Tremendo lío.
  8. La sencillez y la pena que sentía Katie Ledecky las veces que recibía una medalla. Tiene 19 años apenas y su primera medalla la ganó ¡a los 15!
  9. La foto que se hizo viral entre una alemana y una egipcia, en un juego de voleibol de playa.
  10. La historia de Yusra Mardini, una de las integrantes del equipo de refugiados.
  11. La historia de amor entre la nadadora húngara Katinka Hosszú y su entrenador.
  12. El misterio del agua verde en la piscina de saltos ornamentales.
  13. La prohibición a las ciclistas británicas de afeitarse el vello púbico. ¿Alguna ventaja por eso? Bueno, ganaron el oro.
  14. Los círculos rojos en el cuerpo de Phelps y otros atletas.
  15. El selfie entre las atletas de Corea del Sur y Corea del Norte.

Una refugiada que salvó vidas ahora quiere una medalla olímpica

Aún tengo en mi memoria la foto del niño sirio que fue encontrado muerto a las orillas de una playa turca. Su padre quería una mejor vida para él y su familia, pero no se pudo. El caso le dio la vuelta al mundo y mucho más la horrible foto del niño arrastrado por ese mar que se lo tragó y luego lo escupió en la arena. Por estos días me enteré de otra historia de refugiados, pero ésta tuvo otro final. No digamos que feliz, pero sí diferente. Es difícil saber si es feliz lejos de su familia y más por la manera como abandonó su país.

Se llama Yusra Mardini y jamás imaginó que aprender a nadar la sacaría de la guerra; tampoco que gracias a eso podría salvar vidas; y mucho menos, que estaría participando en unos Juegos Olímpicos. Su padre la guió hacia la natación desde los 8 años. A los 13 (2011), todo se fue al carajo: la guerra destruyó su casa, su piscina, su vida.

No lo pensó mucho y junto a su hermana, también nadadora, se fueron a Estambul y desde allí decidieron cruzar en un bote hasta Grecia. Eran 20 refugiados. Pero la vida seguía ensañada con ella: el motor del bote falló. Cero drama para Yusri y su hermana. Ambas decidieron lanzarse al agua, tomar la cuerda que estaba atada a la embarcación y nadar en esa agua helada por tres horas y media. Nadó hasta llegar a Grecia. Le salvó la vida a 20 personas, entre ellos niños. Cuando uno está obligado a tomar decisiones rápidas, es más efectivo creo. Hay más determinación y más empeño. Y, supongo, si se trata de sobrevivir, uno le da hasta el final. Hay golpes que la vida nos da que son a propósito.

Ya luego llegaron a Alemania, obtuvieron refugio y lo primero que hizo fue preguntar por una piscina. Así que retomó sus entrenamientos y de una llamó la atención de muchos. Su meta estaba puesta en Tokio 2020, pero la vida le dio un descanso a tanto sufrimiento y le regaló una sonrisa cuando el Comité Olímpico Internacional la seleccionó como parte del primer equipo olímpico de refugiados en la historia de los JJOO.

Y así esta lindísima siria de 18 años llegó a Rio 2016. Su poca edad no dice todo el sufrimiento que lleva encima, pero tampoco lo bien que enfrentó cada dificultad. Ella ahora solo quiere tres cosas: que se abran las fronteras a todos los refugiados; paz para su país y una medalla olímpica. Pero con o sin medalla, la presea más importante ya la ganó: la de estar viva.

Yusra, no importa si en tu cuello no cuelga una dorada, una de plata o de bronce. No. Importa más la lección que le has dado al mundo, a tu país, a otros deportistas, a mi. Eres la nadadora más grande de este planeta.