A ti, por el comienzo de esta amistad

Desde que cumpliste dos años, he estado anotando cómo has ido creciendo y cambiando. En este tiempo hemos comenzado nuestra amistad, nuestra complicidad. Hemos tenido nuestras primeras conversaciones, a veces cortas, otras más largas, y algunas en las que nunca recibí respuesta. Y así nos hemos ido conociendo hasta hoy, cuando faltan pocas horas para que llegues a los 3 años de edad.

Quiero compartir contigo mi forma de ver tus cambios y evolución. Quizás a los 6 ó 7 años puedas leer este post, pero será unos cuantos años después que lo puedas, además de leer, entender.

Ya sabemos que nadie le enseña a un hombre a ser padre, pero tampoco nadie les enseña a ustedes a ser hijo. Sencillamente nos toca vivirlo. Vivirlo. ¿Y qué es vivirlo? Bueno, lo que hemos hecho tú y yo este año. Tú preguntas, yo respondo; tú me pides que me acueste contigo en el piso, y y me acuesto contigo en el piso; tú quieres jugar plastilina, yo juego contigo plastilina; tu quieres ver Peppa, vemos Peppa.

Debo confesarte que la parte que más me gusta de acostarnos en el piso es cuando me dices: «pero abrázame, papá, que tengo frío». Y me río muchísimo cuando jugamos plastilina y te digo que veas lo que hice y lo ves seria porque hice algo más rápido que tú, entonces me lo pides y lo destruyes. Y me gusta ver Peppa contigo porque me meto en tu mundo esos minutos y nos reímos cuando dices «qué loquita es Peppa».

La pregunta que más repetiste este año fue «¿qué quieres de mi mercado?», luego de sentarte en tu supermercado de juguete y darle duro a las teclas de la caja. Lo que más me gusta de tu negocio -y tu mundo-, es que no suben los precios, pues llevas un año cobrándome lo mismo: «eso cuesta seis cinco dólares, papá».

La segunda frase que más repetiste fue «¿qué sonó, papá?». Estas pendiente de todo, eres muy observadora y estás al tanto de cualquier ruido, cualquier sonido. Quieres saberlo todo, porque la etapa de los porqués también comenzó este año.

En los últimos meses has desarrollado ese rasgo tan femenino como acariciar tu cabello y con un ligero movimiento de dedos, deslizarlo de adelante hacia atrás. Cuando te veo haciendo eso, me siento raro,  siento que estás creciendo rápido, pero luego caigo en cuenta que no es así, que me quedan muchos años junto a ti.

Este año dejaste atrás los programas Playground y Junior Express, para dale paso a Peppa y, de vez en cuando, al canal Zoomoo. No te agrada mucho la TV por ahora. Fuimos al cine tres veces también y lo que más te gustó fueron las cotufas.

Yo aprendí a preparar avena, pues es tu desayuno desde hace más de seis meses creo. Te encanta. La pides todos los días para desayunar.

También aprendiste tus primeras palabras en portugués: cala a boca (culpa de la abuela), y en inglés: let it go (culpa de Frozen).

Debo admitir que nos has ayudado con el tema de tu leve reflujo. Tú misma preguntas si tal o cual cosa la puedes comer, o de una vez pides: «me puedes comprar algo que no tenga colorante». No te gustan los flips, ni el sorbeticos, tampoco el cocosette; pero te encanta un tubito de bufito, galletas de maíz, zucaritas; y matas por una arepa con jamón y queso de bufala y un helado de mantecado.

Te emocionas cuando escuchas el pitico de la llamada por Facetime. Tanto así que me pediste varias veces: «vamos a llamar a tío Aldo por feitain». Entonces hablabas con él tres segundos y preguntabas «¿y tío Junior?», y todo pare decirle «tío, queeeeeeeeee». También por esa vía te animaste a pedirle a la abuela Gladys que te enviara el cereal de miel y avena que te gusta. Y hasta por la bisabuela Grimaneza preguntabas.

También ha sido el año de los cuentos. Han sido muchas noches de lectura y de repetir algunos una y otra vez. Pero también te he inventado cuentos donde los protagonistas han sido Thor y Nala junto a tus amiguitos del colegio, y en otros las estrellas han sido Olaf y Tinita. Qué locura de cuentos, ¿verdad, Valerie?

Otra de las cosas que anoté este año fueron tus frases, esas que me hicieron reír y recordarlas cientos de veces. Aquí te dejo estas 20 frases y momentos que he ido guardando…

1. Papá no llores, yo estoy aquí. (Cuando lloro de mentira)

2. Ya sacaste el carro, papá. Ya estoy lista.

3. Me estás vacilando.

4. Una vez te pregunté si te ponía una colita y tú respondiste: «No, así me veo bonita».

5. Te voy a dar un besito de bufito.

6. Qué broma contigo, mamá.

7. Me voy de viaje a la carnicería.

8. Una tarde tu mamá te dijo que no podías entrar al baño porque iban a bañar a tu bisabuela, y tú la retaste: «yo te voy a decir una cosa: sí voy a entrar al baño».

9. Te estoy viendo con mamá. Déjala tranquila, es mía.

10. Papá no guardaste la plastilina. Debes guardarla porque se seca.

11. No recuerdo que rompiste pero tú me dijiste: «tranquilo, papá, tranquilo».

12. No me cepilles los dientes tan lento, papá.

13. A mi no se me habla así.

14. Mamá te faltó una arepa y en forma de corazón.

15. Cuando te pregunte qué había pasado con tu abuela que no te acompañó al centro comercial, soltaste: «me hizo trampa». Explosión de risas en el carro.

16. Mira papá, me aporreaste.

17. Al preguntarte si quieres celebrar tu cumpleaños: «sí, en Punta Cana».

18. Bueno, papá, lo voy a intentar.

19. Ahh pues, te volviste loco.

20. ¡Cállate la boca! Y en inglés: te voy a dar una piña. (Valerie, esto fue lo máximo).

Sé que nos espera otro año intenso, cargado de muchas preguntas y lecciones. Me toca seguir anotando. Nada mejor que recordar siempre cada nuevo paso que das. Este año comenzó nuestra amistad, dimos el primer paso para lograr esa empatía entre padre e hija. Yo, así lleve puesta una camisa blanca y un pantalón claro, me seguiré acostando contigo en el piso si tú así me lo pides. Porque no hay nada como escuchar tu voz cuando dices: «abrázame, papá».

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cuánto cuesta ir a la playa en Venezuela?

No me gusta la playa. Sin embargo, este fin de semana pasé dos días en Tucacas para visitar los agradables cayos de Morrocoy. Sin duda, son increíbles esas playas: algunas más turquesas que otras, pero la mayoría parecen piscinas y no playas. Buen regalo de la naturaleza a Venezuela, que no por eso es el mejor país del mundo, ni esas son las mejores playas del planeta. Bueno, ese es otro tema y no me voy a desviar en este momento. Seguir leyendo «¿Cuánto cuesta ir a la playa en Venezuela?»

5E, ¿histórico?

Depende del lado de donde se le mire, el día de hoy, 5 de enero, puede ser histórico o no para Venezuela. Para la minoría, es decir, para los sinvergüenzas que aún apoyan a este gobierno, el día de hoy no tuvo ningún momento histórico; para los que dieron voto castigo, tampoco, me parece; ahora, para nosotros los opositores sí, porque ha sido una lucha ardua y en ese camino nos hemos atragantado posibles triunfos que al final fueron empañados por la señora esta que manda aún en el CNE y algunos por la misma oposición. Seamos sinceros. Pero ese es otro tema.

El día de hoy fue muy parecido al del 6D, la única diferencia fue que el seguimiento por redes sociales e intercambio de mensajes vía Whatsapp culminaron más temprano.

Para mi fue especial porque como periodista y ex reportero de El Observador, en RCTV, me trajo recuerdos de cuando cubría la AN hace algunos años. Por ejemplo, para recordar aquellos tiempos, denle clic aquí y escuchen atentamente lo que se discutía ese día. ¡Por favor! Y así era siempre.  Por eso hoy me contentó ver a muchos colegas poder entrar hasta el hemiciclo y reportar de cerca lo que estaba ocurriendo. Además, varios de las personas con las que trabajé en RCTV estuvieron hoy presentes en la Asamblea haciendo su trabajo de manera profesional y sin ánimos de revancha. Porque recuerden que esto no es una revancha, esto es justicia. Así de sencillo.

El premio a lo más ridículo del día se lo llevo Telesur, cuando escribieron un tuit, colocando además la palabra «URGENTE», para decir que habían sacado el cuadro de Chávez. Ni a su misma gente le interesó ese detalle. Ya esa señal debería estar como de salida, ¿no? Ustedes, señores de Telesur, forman parte de la historia, pero de la parte que nadie recuerda ni recordará.

Me llamó mucho la atención que el grupo minoritario siga diciendo que ellos van defender al pueblo o haciendo llamados al pueblo a que salgan a defenderse de la burguesía. ¿De cuál pueblo hablan? ¿Del que votó en su contra? ¿Será el pueblo al que Maduro les quiere quitar los taxis? ¿O el pueblo al que Maduro amenazó con no construir más casas? ¿O será a los que le dijo «chúpate tú tu cambio»?

Hablando de cambios, les recuerdo a los chavistas o maduristas o como se hagan llamar: aquí las cosas cambiaron, y no solo en la Asamblea Nacional, como le dijo Ramos Allup a Carreño, sino en el país entero.

¿Histórico? ¡Claro que sí!

 

Mi guerra con el tiempo

Solemos jugar mucho con el tiempo. El tiempo nos angustia, nos desespera. A cada cosa que queremos hacer hay que ponerle fecha -aunque sea una tentativa-: pero tal día de tal mes yo debería haber hecho tal cosa. Así somos.

Solemos sacar cuentas el último día del año y no el día que cumplimos años. Siempre empezamos por los logros, por las metas cumplidas. Pocas veces recordamos nuestros fallos, esos errores que dejamos regados y que no queremos volver a revivirlos.

Solemos olvidarnos de esas palabras que pronunciamos de más; del día que gritamos más de la cuenta; de esa semana que fuimos más intolerantes que nunca.

Solemos olvidarnos de algo llamado paciencia, esa virtud de pocos que siempre visualizamos muy pero muy lejos. Hay cosas que debemos esperar más de la cuenta, pues no siempre es uno quien pone los plazos. No somos los dueños del tiempo; creemos que podemos manejarlo a nuestra manera pero eso es falso.

Solemos «administrar» el tiempo y cuando menos lo esperamos, listo, se nos fue el tren; o llegamos tarde; o jamás nos disculpamos con esa persona; o ya es muy tarde para intentarlo. En fin, se nos fue el tiempo.

Yo tuve una guerra particular con el tiempo en 2015. De hecho, creo que ha sido el año que dormí menos desde que tengo uso de razón.  Fue fácil: por el afán de conseguir lo que necesitaba, esperaba ansioso el tiempo necesario para hacer de todo.

Mientras jugaba mi particular partido con el tiempo, quería avanzar en otras cosas e iba imaginado escenarios posibles. Entonces era Patrick versus el tiempo y, a su vez, mi mente trabajaba 24 x 24. Agobiante. Desesperante. Estresante. Sin embargo, no me enfermé.

El 2015, para mi, se quedó por la mitad. La otra mitad toca trabajarla estos primeros meses del año. No fue lo que esperaba: lo trabajé, lo luché, lo pensé, pero eso no siempre es garantía de buenos resultados; pero al menos sí sirve para saber que estás en la ruta correcta.

Este año ya no quiero ganarle al tiempo, tan solo quiero que llegue el momento, cuando sea, el mes que sea, el día que sea, a la hora que sea. ¡Coño, algo uno tiene que aprender en doce largos meses!